OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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LA ESCENA CONTEMPORANEA |
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LA
INTELIGENCIA Y EL ACEITE DE RICINO
El
fascismo conquistó, al mismo tiempo que el gobierno y la Ciudad Eterna, a
la mayoría de los intelectuales italianos. Unos se uncieron sin reservas
a su carro y a su fortuna; otros, le dieron un consenso pasivo; otros, los
más prudentes, le concedieron una neutralidad benévola. La Inteligencia
gusta de dejarse poseer por la Fuerza. Sobre todo cuando la fuerza es,
como en el caso del fascismo, joven, osadas, marciales y aventureras. Concurrían,
además, en esta adhesión de intelectuales y artistas al fascismo, causas
específicamente italianas. Todos los últimos capítulos de la historia
de Italia aparecen saturados de d'annunzianismo. "Los orígenes
espirituales del fascismo están en la literatura de D'Annunzio". El
futurismo1
—que
fue una faz, un episodio del fenómeno d'annunziano—
es otro de los ingredientes psicológicos del fascismo. Los futuristas
saludaron la guerra de Tripoli2
como
la
inauguración de una nueva era para Italia. D'Annunzio fue, más tarde, el
condottiere espiritual de la
intervención de Italia en la guerra mundial, Futuristas y d'annunzianos
crearon en Italia un humor megalómano, anticristiano, romántico y retórico.
Predicaron a las nuevas generaciones —como lo han remarcado Adriano Tilgher y Arturo
Labriola— el culto del héroe, de la violencia y de la guerra. En un pueblo como
el italiano, cálido, meridional y prolífico, mal contenido y alimentado
por su exiguo territorio, existía una latente tendencia a la expansión.
Dichas Ideas encontraron, por tanto, una atmósfera favorable. Los
factores demográficos y económicos coincidían con las sugestiones
literarias. La clase media, en particular, fue fácil presa del espíritu d'annunziano. (El proletariado, dirigido y
controlado por el socialismo, era menos permeable a tal influencia). Con
esta literatura colaboraban la filosofía idealista de Gentile y de Croce y
todas
las importaciones y transformaciones del pensamiento tudesco. Idealistas,
futuristas y d'annunzianos sintieron en el fascismo una obra propia.
Aceptaron su maternidad. El fascismo estaba unido a la mayoría de los
intelectuales por un sensible cordón umbilical. D'Annunzio no se incorporó
al fascismo, en el cual no podía ocupar una plaza de lugarteniente; pero
mantuvo con él cordiales relaciones y no rechazó su amor platónico, Y
los futuristas se enrolaron voluntariamente en los rangos fascistas. El más
ultraísta de los diarios fascistas, L´Impero3 de Roma, está aún dirigido por Mario Carli y
Emilio Settimelli, dos sobrevivientes de la experiencia futurista. Ardengo
Soffici, otro ex-futurista, colabora en Il Popolo d'Italia.4
el órgano de Mussolini. Los filósofos del idealismo tampoco se
regatearon al fascismo Giovanni Gentile, después de reformar fascísticamente
la enseñanza, hizo la apología idealista de la cachiporra. Finalmente,
los literatos solitarios, sin escuela y sin capilla, también reclamaron
un sitio en el cortejo victorioso del fascismo. Sem Benelli, uno de los
mayores representantes de esa categoría literaria, demasiado cauto para
vestir la "camisa negra", colaboró con los fascistas, y sin
confundirse con ellos, aprobó su praxis y sus métodos. En las últimas
elecciones, Sem Benelli fue uno de los candidatos conspicuos de la lista
ministerial. Pero
esto acontecía en los tiempos que aún eran o parecían de plenitud y de
apogeo de la gesta fascista. Desde que el fascismo empezó a declinar, los
intelectuales comenzaron a rectificar su actitud. Los que guardaron
silencio ante la marcha a Roma sienten hoy la necesidad de procesarla y
condenarla. El fascismo ha perdido una gran parte de su clientela y de su
séquito de intelectuales. Las consecuencias del asesinato de Matteotti5
han apresurado las defecciones. Presentemente
se afirma entre los intelectuales esta corriente anti-fascista. Roberto
Bracco es uno de los líderes de la oposición democrática. Benedetto
Croce se declara también antifascista, a pesar de compartir con
Giovanni Gentile la responsabilidad y los laureles de la filosofía idealista. D'Annunzio que se muestra huraño
y malhumorado, ha anunciado que se retira de la vida pública y que vuelve
a ser
el mismo
"solitario y orgulloso artista" de antes. Sem Benelli, en fin,
con algunos disidentes del fascismo y del filofascismo, ha fundado la
Liga Itálica con el objeto de provocar me revuelta moral contra los métodos
de los "camisas negras''. Recientemente,
el fascismo ha recibido la adhesión de Pirandello. Pero Pirandello es
un humorista. Por otra parte, Pirandello es un pequeño burgués,
provinciano y anarcoide, con mucho ingenio literario y muy poca
sensibilidad política. Su actitud no puede ser nunca el síntoma de una
situación. Malgrado Pirandello, es evidente que los intelectuales
italianos están disgustados del fascismo. El idilio entre la inteligencia
y el aceite de ricino ha terminado. ¿Cómo
se ha generado esta ruptura? Conviene eliminar inmediatamente una hipótesis:
la de que los intelectuales se alejan de Mussolini porque éste no ha
estimado ni aprovechado más su colaboración. El fascismo suele
engalanarse de retórica imperialista y disimular su carencia de
principios bajo algunos lugares comunes literarios; pero más que a los
artesanos de la palabra ama a los hombres de acción. Mussolini es un
hombre demasiado agudo y socarrón para rodearse de literatos y
profesores. Le sirve más un estado mayor de demagogos y guerrilleros, expertos en el ataque, el
tumulto y la agitación. Entre la cachiporra y la retórica, elige sin dudar
la cachiporra. Roberto Farinacci, uno de los líderes actuales del
fascismo, el principal actor de su última asamblea nacional, no es sólo
un descomunal
enemigo de la libertad y la democracia sino también de la gramática.
Pero estas cosas no son bastantes para desolar a los intelectuales. En
verdad, ni los intelectuales esperaron nunca que Musolini convirtiese su
gobierno en una academia bizantina, ni la prosa fascista fue antes más
gramatical que ahora. Tampoco pasa que a los literatos, filósofos y
artistas, a la Artecracia como
la llama Marinetti, le horroricen demasiado la truculencia y la brutalidad
de la gesta de los "camisas negras", Durante tres años las han
sufrido sin queja y sin repulsa. El
nuevo orientamiento de la inteligencia Italiana es una señal, un indicio
de un fenómeno más hondo. No es para el fascismo un hecho grave en al,
sino como parte de un hecho mayor. La pérdida o la adquisición de algunos poetas, como Sem Benelli,
carece de importancia tanto para la Reacción como para la Revolución. La
inteligencia, la artecracia, no han reaccionado contra el fascismo antes
que las categorías sociales, dentro de las cuales están incrustradas,
sino después de éstas. No son los intelectuales los que cambian de actitud ante
el fascismo. Es la burguesía, la banca, la prensa, etc., etc., la misma
gente y las mismas instituciones cuyo consenso permitieron hace tres años
la marcha a Roma. La inteligencia es esencialmente oportunista: El rol de
los intelectuales en la historia resulta, en realidad, muy modesto. Ni el
arte ni la literatura, a pesar de su megalomanía, dirigen la política;
dependen de ella, como otras tantas actividades menos exquisitas y menos
ilustres. Los intelectuales forman la clientela del orden, de la tradición, del
poder, de la fuerza, etc, y, en caso necesario, de la cachiporra y del
aceite de ricino. Algunos espíritus superiores, algunas mentalidades
creadoras escapan a esta regla; pero son espíritus y mentalidades de
excepción. Gente de clase media, los artistas y los literatos no tienen
generalmente ni aptitud ni elan6
revolucionarios.
Los
que
actualmente osan insurgir contra el fascismo son totalmente inofensivos. La
Liga Itálica de Sem Benelli, por ejemplo, no quiere ser un partido, ni pretende casi hacer política. Se
define a sí misma como "un vinculo sacro para desenvolver su sacro
programa: por el Bien y el Derecho de la Nación Itálica: por el Bien y
el Derecho del hombre itálico”. Este programa puede ser muy sacro, como
dice Sem Benelli; pero es, además, muy vago, muy gaseoso, muy cándido.
Sem Benelli, con esa nostalgia del pasado y ese gusto de las frases
arcaicas, tan propios de las poetas mediocres de
hoy, va por los caminos de Italia diciendo como un gran poeta de
ayer: !Pace, pace, pace!7
Su impotente consejo llega con mucho retardo.
NOTAS:
1
El Futurismo se llamo a un movimiento artístico aparecido en París en
1909. Su inspirador y guía fue Filippo T. Marinetti (ver I. O.).
2
Se refiere a le declaratoria de guerra que, en 1911,
hizo Italia a Turquía, en la que aquella se apodero de Trípoli.
3
ver I. O.
4
ver I. O.
5
Véase el I. O. y el siguiente articulo de J. C. Mariátegui sobre “La
teoría fascista” (pág. 20).
6
Impulso, aptitud o espíritu. 7 ¡Paz, paz, paz! Son las palabras finales del poema de Francesco Tetrarca “Italia mía, benche ´l parlar sia indarno” (“Italia mía, aunque el hablar sea envano”) que ocupa el Nº 128 en el Canzioniere del poeta Italiano.
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